Dios Bendiga Este Negocio de N. Hardem y Mismo Perro
Ya está abierta la preventa de este EP de los raperos capitalinos del Sello Indio, surgido en cuarentena y como una respuesta a ella.
Ya está abierta la preventa de este EP de los raperos capitalinos del Sello Indio, surgido en cuarentena y como una respuesta a ella.
Seguro has visto el anuncio en alguna tienda o, quizás, en la puerta de una iglesia: “Dios Bendiga Este Negocio”. Es un llamado a la protección divina, a la prosperidad, a una ayuda ante los tiempos difíciles. Ese también es el llamado que hacen N. Hardem y Mismo Perro con Dios Bendiga Este Negocio, un EP surgido en cuarentena y con el que esperan conjurar las consecuencias económicas nocivas de ésta.
Presentado por el Sello Indio, Dios Bendiga Este Negocio tiene dos canciones: está “Burundanga”, por un lado, con su connotación criminal, y “Merthiolate”, por el otro, que alivia las cachetadas de la realidad. A diferencia de la música reciente de N. Hardem, estas canciones no tienen un propósito sanador, aun si pueden servir de compañía y alivio momentáneo a quien las escuche. Su fin es poner algo en la bolsa de sus autores para que puedan tener reservas para las próximas semanas.
Ambos temas son oscuros y densos, pasajes drumless que abordan el rebusque bogotano que los caracteriza a ambos. El proyecto es una noche capitalina, con ese frío y agite conocidos, con esa sensación de peligro recurrente. Es un comentario sobre el crimen desde distintas perspectivas, a medida que van avanzando las barras y códigos del Perro y Hardem. Los beats, hechos por ambos, refuerzan esa atmósfera tensa, y crean un universo en el que el hustle es la lingua franca y la única salida.
Hasta el 12 de junio, Dios Bendiga Este Negocio está disponible para la preventa por Bandcamp, a 5 dólares o su equivalente en pesos (alrededor de 18.000). Se puede pagar por las vías tradicionales de Bandcamp (como PayPal o tarjeta de crédito), pero también hay opción de pagar por Nequi y Bancolombia; pueden hablarles a los padres del proyecto por Instagram para recibir los números de cuenta: @n.hardem y @mismoperrobeat. Si quieren refrescar su guardarropa, también pueden aprovechar la promoción y comprar el saco crewneck del Sello Indio a 99.000 pesos, que incluye también el digital en Bandcamp de DBEN; habrá 40 ediciones de este saco, es edición limitada.
Dios Bendiga Este Negocio también es un ejercicio de fe, una forma de probar si esta figura de distribución es apoyada por los oyentes y el público, más allá de que eventualmente la música también esté disponible en plataformas digitales. Los que lo compren en Bandcamp podrán tener la descarga de DBEN en una calidad mejor que la de Spotify o Apple Music, y esta versión exclusiva de DBEN viene con las instrumentales y a capelas, un detalle especial para coleccionistas y amantes de la música de N. Hardem y Mismo Perro. Los que apoyen, dice Hardem, “están apoyando nuestro emprendimiento y están ayudando a bendecir este negocio y a darle un colchoncito y una propulsión para que podamos seguir creyendo y dándole como nos gusta”.
Para conocer más de Dios Bendiga Este Negocio hablé con N. Hardem y Mismo Perro. Ya lo escuché y lo compré. Me parece re serio: duros beats y duras barras. Lleva mi certificado de calidad, así que no teman y bendigan el negocio del rap con su aporte. En fin, hablamos sobre el nombre del proyecto, el contenido de las canciones y la coyuntura que los motivó.
¿Cómo surgió Dios Bendiga Este Negocio?
N. Hardem: Surgió espontáneamente y por necesidad. Cuando empezó esta mierda sabíamos que iba a estar espeso hacerse pesos tocando y de otras maneras. Un poco de la incertidumbre de esta mierda surgió la idea de hacer los dos tracks. El resto del concepto salió de la misma manera.
Mismo Perro: Nace por la incertidumbre económica y necesidad creativa, dos ejes que están en tensión. Llegamos de Medellín del Rhodesia y no tuvimos una buena administración del dinero entonces quedamos un poco descuadrados, pero bueno, normal. Cada uno tenía que encargarse de las cuestiones de la subsistencia suya y de su familia. A los días ya estaban cerrando el aeropuerto y todo el mundo tenía que guardarse. Con este marica nos encontramos en el estudio y la respuesta a esa incertidumbre fue ponernos a hacer temas.
¿A qué se refiere el nombre? ¿Es también como una forma de reforzar su negocio en estos tiempos difíciles?
NH: Sí, es una plegaria, nada más y nada menos. También es, un poco, una sátira. Con Dios Bendiga Este Negocio la idea principal era ilustrar uno de esos graffitis clásicos de las iglesias que dicen eso. Las temáticas de las letras van por ese lado. Es un momento en el que se juega resto con la fe y las imaginaciones de la gente. Un poco a eso vamos en las letras: entre abordando lo muy supersticioso en cuanto a la religiosidad del rap y las vueltas culturales nuestras, como también un poco más hacia lo más real de vueltas del crimen y de la calle.
MP: Como en los negocios, esa frase que se usa para buscar protección. La finalidad de nosotros es, de alguna manera, conjurar o llamar a través de ese nombre a fuerzas sobrenaturales a que protejan nuestro ejercicio en la música, en la calle, en los negocios, en lo que nos mantiene activos. La vuelta era como bueno, jueputa, ¿ahora qué vamos a hacer? Nos toca hacer unos temas y sacar un producto a ver si nos recuperamos y sobrevivimos. ¿Qué nos inventamos? Una manera también de reforzar el negocio.
¿Cómo hicieron las canciones?
NH: En ambos casos empezamos por los beats. “Merthiolate” fue el primero. Yo ya venía con ese sample en la cabeza y le dije al Perro como uy, pille, tengo que mostrarle esto, este cortecito que parece un drumless chimba. Se lo compartí y empezamos ahí a sacar cosas y fluyó. Entre ambos fuimos cortando el beat, editando, compartiendo vueltas e ideas de las letras. Y “Burundanga” igual. Esa sí fue buscando samples entre un bulto de 7” que me había regalado mi mamá de un trabajo que había hecho. Estaba este sample, nos pusimos a encontrar el loop y cómo trabajarlo. Es sencillito, y luego el Perro hizo los scratches. Fue bastante fluido, aunque le entregamos hartos días a la producción en general de la vuelta.
Todo lo hicimos juntos. O casi todo. También en cuanto a las letras, como en modo cypher, ahí en la casa del estudio de Indio. No estaba yendo nadie entonces teníamos el espacio a disposición para sonar duro, para poner el beat en otros lugares de la casa y en fin. Fueron como trasnochos y vueltas, pero se fue dando bien bien chimba. La mayoría lo grabamos juntos. Una vez tuvimos cerradas las sesiones y unas maquetas decentes con las que nos identificáramos respecto al sonido, las mandamos a Alma, en Londres, para la mezcla y el master, que fue un proceso bien largo porque la estética sonora de este proyecto, que es bien minimalista, tiene su trampa.
MP: Yo estoy haciendo mi disco ahí en el estudio de Indio y Nelson está también avanzando en los proyectos de él. Ocasionalmente a veces coincidimos y nos encontramos. En una de esas nos estábamos haciendo un tinto y este man me muestra como un break de Sun Ra y me dice uy, aguanta hacer algo sobre esto, tiene severos breaks y tal y yo ¡de una!
La noche anterior había escrito a modo de catarsis, como para bajar la tensión del momento. Los dos estábamos igual. A este marica se le cayeron varias cosas, un viaje a Europa, unos conciertos grandes, mero bajón pal man; cosas de trabajo mías también se quedaron ahí. Ambos estábamos tensionados y angustiados por la cuestión, entonces los temas fueron así: empezamos con ese, que terminó siendo “Merthiolate”. Yo ya tenía las primeras cuatro barras, construimos una parte del break y fue así. En la cocina ese marica ponía el beat, hacía sus barras, y yo arriba estaba haciendo las mías. Fueron varias sesiones de siete horas cada una, casi una jornada laboral. A veces yo bajaba o este man subía y bueno, ¿qué barras tiene?
Esa fue más o menos la metodología durante casi dos semanas. Escribiendo en tiempo real y con retroalimentación. Yo le botaba unas barras a este man y el cambiaba unas y se iban construyendo así, como para alinear la temática general y, un tanto, el flow.
Ambas canciones tienen un carácter oscuro: ¿qué quisieron contar con cada una en sus versos y en general?
NH: En mis versos, ambos, hablé de una temática que no he abordado mucho: el crimen organizado, un poco, la película mafiosa desde una óptica quizás ficticia mía y no sé hasta dónde romántica, pero también orientada hacia el hustle. Lo que digo también son metáforas acerca de cómo llevamos la vida en el rebusque. Ahora que lo pienso, “Burundanga” es el hustle más citadino, el rebusque de día en la carrera 10 o alguna vuelta así, y “Merthiolate” es como capilla cerrada y selva. Están inspiradas en ambientes distintos.
MP: Sí, es oscuro: una descarga del rigor capitalino. Está ahí porque es en lo que está uno todos los días. Había una gran preocupación de nosotros por crear unas buenas imágenes, por recrear unas buenas fotografías con la música de Bogotá. Está ese sincretismo católico, lo tropical, como una selva de cemento espeso. Creo que ahí quedó retratado eso. Es como revelando fotos a blanco y negro.
¿Cómo les fue haciendo los beats juntos? ¿Cómo definirían estos estilos de estos temas en ese aspecto?
NH: Bien, igual no son beats de chopeos extraños ni fórmulas matemáticas visajosas, sino chops y loops básicos. Tuvimos cero lío para entendernos. Ya sabíamos para dónde iba, y fue solo como seleccionar, loopear, recortar aquí y allá y se fue. No hubo nada extraño. Fue chimba. Ojalá siempre fuera así. Fue una buena experiencia trabajar con el Perrito, siempre es una alegría porque es alguien entregado a la música. Tenemos curiosidades y gustos y sentidos parecidos de cosas.
Son drumless, pero tienen su oscuridad criminal colombiana, desde la perspectiva rola también. Sin embargo, “Burundanga” es un drumless que, por ejemplo, Ecks MDC escuchó y de una dijo uf, esto me recuerda a vueltas del Wu-Tang Forever; lo llevó a RZA y otras vueltas, y eso que Ecks no es muy del drumless. “Burundanga” tiene su lado muy wutanganoso y “Merthiolate” sí es más psicodelia, más libre, jazzero.
MP: Con los beats nos fue bien, fue así como combustión espontánea, porque están inspirados, obviamente, en el drumless gringo, pero también como en los parches acá de Bogotá como de free jazz donde uno rapea y le exige a uno crear otro tipo de estructuras, terminaciones y acentos. Hay que buscarles más dimensiones a las barras en cuanto a forma y contenido. Entonces los beats y la escritura fueron juntas.
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