El Kalvo y Mismo Perro dejan los modales de lado en ‘Atarbán’
Este proyecto, producido por Mismo Perro, muestra a los bogotanos hablando al detalle y sin censura, retando las buenas costumbres. Un…
Este proyecto, producido por Mismo Perro, muestra a los bogotanos hablando al detalle y sin censura, retando las buenas costumbres. Un disco destacado del rap bogotano de 2019.
En el sótano de un prostíbulo en el corazón del barrio Santa Fe descansaba un tesoro: una colección de discos, textos inéditos y libros del poeta colombiano León de Greiff. Lo encontró el filólogo Hernado Cabarcas en 2015, en un baúl que también acogía una espada de Simón Bolívar. Y para presentarlos, organizó el festival Moxinifadas de Gaspar. Justamente en ese festival fue la primera vez que El Kalvo y Mismo Perro tocaron juntos por primera vez.
Moxinifar, una palabra que viene del portugués, era un término usado por De Greiff para referirse a las mezclas, variaciones, tergiversaciones y establecimiento de relaciones y revelaciones insospechadas. Eso hicieron El Kalvo y Mismo Perro para presentarse en el festival, y quizás el espíritu de moxinifar se mantuvo hasta cuatro años después cuando “Tergiversaciones”, poema de De Greiff de 1916, funcionó como interludio de Atarbán, el nuevo disco que presentan estos artistas bogotanos. “Es un guiño a esa historia. Es un poema re rapero del man, se las pica de que es poeta y de que fuma de la pipa, una chimba”, recuerda El Kalvo mientras la luz que entra por la ventana de su casa acaricia su calva, un lunes de octubre de 2019.
El Kalvo y Mismo Perro se conocieron en 2014, en una sesión de Beats al Patio de la Casa Volketa — que, por esa época, era un vibrante lugar lleno de hip hop. Luego de que tocaron al año siguiente en Moxinifadas de Gaspar, siguieron parchando y haciendo música. Sobre todo parchando. En 2017, El Kalvo publicó, junto con Tripa, bajo el nombre de 1703, el disco Cero Estress — donde yace “Bacatá”, una de sus canciones más conocidas; Mismo Perro fue el DJ de ese proyecto por un tiempo. Luego se separaron y en los meses siguientes surgió “Mecánico”, sencillo publicado en 2018 que funcionó como el primer disparo de la carrera hacia Atarbán, publicado hace unas semanas.
Ambos han protagonizado y hecho parte de varios proyectos previos, no son novatos en el juego del rap. En Bogotá saben que estoy de tiempo atrás, recuerda El Kalvo en “Atarbán”. En 2004 formó, con su primo Deja Vu, Real Supra Fam; luego, en 2008, fundó Geniales Analíticos, grupo con el que publicó álbumes como El Silencio es la Ley, Malabares e Hipzofakto. Luego debutaría como solista con Mr. Chabakán (2015) y publicaría Cero Estress con 1703. Mismo Perro también carga en su espalda más de una década dedicado al rap, principalmente como DJ, aunque también ha escupido sus rimas en múltiples ocasiones. Hoy hace parte del fundamental Sello Indio, que hace poco publicó el compilado Indio Vol. 2, donde se escuchan rapeos del Perro.
Ambos se juntan en Atarbán, un personaje que ambos encarnan. Llaves, celular, moño y billetera, enumera rápidamente El Kalvo antes de empezar a rapear en este disco. Con descripciones profundas y detalladas y un estilo de humor ácido e irónico, que incluso incomoda, va surcando los beats de Mismo Perro, quien rapea en “Cereales en el Piso” y en “Cómo y Cuánto”, una canción de denuncia política que se diferencia por su literalidad del resto de temas. En todo caso, El Kalvo destaca por su cuidado del lenguaje, por lograr transmitir un mensaje claro que privilegia la autenticidad y castiga lo impostado, pero sin caer en frases planas para decirlo. Con este disco se consolida como uno de los raperos más únicos de Colombia, y como un MC innegable en Bogotá.
Atarbán, sin duda, es uno de los puntos altos del rap colombiano en 2019. Es extremadamente bogotano, rolo: escuchar al Kalvo es observar los cerros orientales, saborear el smog, prevenir la lluvia, mantenerse alerta para no perder. Él llama a la ciudad la capital de las paradojas y cuenta que le abren paso como a una ambulancia. Y desde ahí también critica al juego del rap, tantas poses y tan poca genuinidad. Escuchar Atarbán refresca, no solo por las potentes imágenes mentales que transmite ni por su amplio ingenio, sino porque en la misión imparable de El Kalvo de ser él mismo y de hacer que los demás también lo sean cabe también la misión de denunciar la corrupción que, cual gangrena, nos va consumiendo. Es decir, logra equilibrar la crítica social con el ingenio, porque la aborda desde su propia perspectiva: habla primero de él y así habla de todos nosotros.
Llegúe a la casa de El Kalvo unos días antes de que tocaran en Hip Hop al Parque, en octubre de 2019. Sentado en su sala prendí la grabadora de mi celular y durante una hora hablé con él y Mismo Perro sobre su historia, la potencia de las descripciones de Atarbán, la importancia del mensaje político y la dirección de su proyecto. Unos días después, fuimos a almorzar pollo con ellos y Mateo Rueda, quien se encargó de la parte gráfica de esta entrevista, para ver si era verdad que son tan atarbanes como dicen en las canciones y se limpian los dedos chupándoselos. Y bueno, las fotos hablan solas. Acá va la conversación, algo editada por temas de claridad.
Empecemos con un poco de historia, ¿cómo surgió Atarbán?
Mismo Perro: El disco lo craneamos a partir del sencillo “Mecánico” (2018). Dijimos, bueno, vamos a hacer un disco. Y le pusimos el título de Atarbán, fue de lo primero que decidimos.
El Kalvo: La idea era crear un personaje de la ciudad. La antítesis, un poco, de “Bacatá”. Un atarbán que vive en Bacatá, algo así. No sé. Algo raro. Y que El Kalvo y Mismo Perro se presentaran como ese personaje.
Lo que nos propusimos desde el principio es que no nos íbamos a poner a hacer un álbum y luego soltarlo, sino que íbamos a empezar a soltar canciones. Porque si nos poníamos a esperar, imagínese… empezamos hace dos años. Es una vaina también de que vaya pasando la vida para que tenga sentido rapearla. A veces tirarse a hacer un álbum de muchas canciones requiere mucho tiempo, pero escribirlo todo de tajo por sacar un álbum me parece que hace que quede muy parejo todo. No se vuelve tan profundo.
Cuando hicimos “Atarbán”, la canción, ese beat este man lo tenía en una SP 404 que estaba empeñada. Y me dijo: güevón, si pasa de tal día, la perdemos. Hicimos el esfuerzo y la sacamos y en una SD de esa vaina tenía unos beats los hijueputas, así re fuertes.
¿Perro, y cómo fue eso? ¿Y todos los beats los hizo con la SP?
MP: No, uso la MPC y la SP. Para la inmediatez o para cargarlos y tal sí es mejor la SP. Y la empeñé pa’ pagar las cosas, güevón. No aguanta empeñar las cosas, pero uno a veces necesita unas lucas ese día, le van a cortar el agua o alguna cosa. La empeñé y duró como tres meses. Solo que el man del empeñadero es parcero de un man que masteriza, Blazz Music, y tenía algo de conocimiento de esto del rap. Y me llamó y me dijo oiga, si usted no saca esto tal día lo sacan a venta y usted pierde el coroto, perro. Y yo uy, zonas. Claro que había beats, yo cargo ahí beats viejos, ese beat yo creo que tiene por ahí 8 años. La SP es chimba porque puede cargar las cosas viejas, o muestras de audio y vuelve y lo arma ahí breve
¿Y entonces cómo fue su proceso en la producción del disco?
MP: Yo no soy muy prolífico con los beats, pero siempre estoy tratando de hacer beats. O en ese momento, ahora sí ya no estoy haciendo casi. Habíamos hablado de que tocaba tener más beats, se nos agotaban o El Kalvo me decía ¡pero ese ya lo puso! ¡usted siempre me pone los mismos beats, gonorrea! Y en esa presión entonces íbamos probando las letras. Este man empezaba a rapear encima y ahí se iban acomodando. Hubo varios temas que no se finalizaron, pero con esto sí fue la decisión de listo, grabemos. Ya cuando se graba no hay vuelta atrás. Los otros temas no estaban tan cuajados. Pero sí, MPC 1000, SP, técnica tradicional. En la MPC es chimba hacer las baterías, y los sampleos en la SP.
Kalvo, su primer disco es Mr. Chabakán (2015) y ahora vuelve con Atarbán. Ahí hay como un interés por retar las buenas costumbres, lo decente. ¿Por qué le fascina o le interesa tanto eso? ¿Cómo fue reflejarlo en este disco?
K: No sé. Para empezar, el origen de esas dos palabras es bien bacano. Ambas son muy criollas. Pero es más por darse una licencia de decir lo que uno quiera, permitirse no ser agradable en algún momento y que eso esté bien. Una oda a lo desagradable. Es irónico, a final de cuentas, porque el disco es re pulido: no tiene ni una grosería. Tampoco es que vaya a agredir a nadie. Pero sí es fuerte, rudo, gráfico, bizarro, explícito. Todo está contado con demasiados detalles y a veces los detalles pueden ser perturbadores. Y a mí me gustan mucho los detalles. Cuando cuenta una historia me gusta contar muchos detalles, y me gusta contar historias. Atarbán es irónico en ese sentido.
Pero igual yo sí siento que usted reivindica — cuando habla de sus modales de mazamorrero o de que se comporta como un conductor de bus o de que limpia las manos lamiéndose los dedos — un parche de los groseros, los maleducados. O así lo siento yo.
K: Sí, un poco. La gente brocha. Yo soy un poquito brocha, brocha gorda, güevón. Me escarbo los dientes, me pico la nariz, como con la boca abierta, interrumpo, eructo, me tiro pedos. Así soy yo, güevón. Tuve ese ejemplo de chiquito por mi abuelo, que era así como de malas maneras. Y a mí me da igual: en la vida hay que ver a través de eso. Y la gente más linda o noble no es la que come con la boca cerrada ni la que tiene las manos más limpias. A veces la gente que tiene las manos más limpias es la más cochina, parce. Esto va dirigido a reivindicar mucho a la gente de la plaza, a los campesinos, a la gente normal. Ellos me representan.
Yo no fui una persona de vivir toda la vida rodeada de raperos y de tener parche rapero, era más de tener amigos viejos de barrio, de todos los calibres, colores, alcurnias y olores. Y entonces uno aprende a ser menos visajoso con la gente, y a tener menos modales para no ser ficticio. Yo siempre he sido muy directo con lo que pienso y digo. Si yo le tengo un mínimo de aprecio a alguien le voy a decir lo que pienso, si de verdad me importa. Eso también es lo atarbán, a veces peco de bocón y de grosero. Pero porque digo lo que pienso, porque me gusta que lo hagan conmigo. Creo que nunca me había sentado a pensarlo, pero ahora que voy al fondo es eso: yo voy diciendo lo que se me atraviesa por la cabeza si siento que puede servir para algo, así sea un poco grosero o rudo. Trato de hacerlo de la mejor manera, pero no soy careta.
Parte importante de sus rapeos son las descripciones y las imágenes llenas de detalles. Le decía al Perro la vez pasada que esa línea del cerebro derretido que se sorbe como los mocos en piscina me pareció brutal. Usted incluye como viñeticas rápidas y uno queda como uy, qué está diciendo este man ¿Cómo es ese proceso de escritura? ¿Por qué le gusta rapear así?
K: Yo escribo por pedacitos, por lo menos una frase al día, o 2 si estoy de buenas. Pero se me ocurre algo y digo que bonito sería hacerle ver esto a otra persona. Es una imagen de 10 palabras, una línea. Se puede, son micro viñetas, lo que usted acaba de decir: es una foto; es un gif, pero en rap. Y yo no lo pienso así, pero en la cabeza funciona de esa manera. Ahora te acuerdas de ese saladito con cloro. Y siempre está ahí: ¿A quién no se le han escurrido los mocos en una puta piscina? Es buscar esa clase de cosas que nos hacen uno a todos. Para mí esos son los buenos ponches y, en general, el humor. La buena mierda es la que identifica y la que es auténtica. Si usted habla de algo que le pasa solo a usted, 100% seguro no le pasa solo a usted, pero de pronto es la primera persona en decirlo. Hay que decirlo. Y ya.
Mismo Perro, para mí esta es una introducción a sus rapeos. Pues, aparte de lo que ha hecho con Indio. Y N. Hardem ahora en los toques lo presenta como el arma secreta del rap bogotano y tal. ¿Siempre ha sido MC? ¿Cómo le fue rapeando acá en “Cereales en el Piso” y “Cómo y Cuánto”?
MP: Yo lo primero que hice, antes que todo, fue rapear. Así entré al game. Y rapeando me pillé lo de los beats, escuchaba muchos en ese tiempo para poder rapear, y me engomé con eso. Y así llegué al DJ. Pero siempre he rapeado: así nos conocimos con El Kalvo. Cultura Americana estaba testeando una MPC en Beats al Patio de Volketa y cayó El Kalvo como quiubo, y empezó a rapear. Yo en 2004 saqué un mixtape. Por ahí debo tenerlo, pero no me gusta escucharlo, la voz, no sé.
Y ahorita estando en el ejercicio con los MCs que a mí me traman… yo siempre he grabado, pero ahora quiero publicar. Ha sido chimba volver a publicar. Y también me metí a lo del DJ porque siempre me gustó ese ensamble tradicional del DJ y el MC, y lo que más me gusta del camello de DJ es con raperos. Con El Kalvo, con Hardem… me siento re cómodo rapeando con este man. Y el ejercicio de la tarima es una chimba con gente con la que uno se siente afín. Y ahora voy a sacar un disco mío solo rapeando, otra vez. Pues, un EP. Tengo letras muy viejas guardadas, y eso es un desperdicio no guardarlo. En un momento me empezó a estresar eso por las noches, que yo decía agh, qué marica. Por estar guardando las cosas de uno se quedan vainas chimbas a la deriva. La letra de “Tinto Frío”, que está en el Indio, vol. 2, es de hace como 10 años, güevón. Corregí el estilo, pero el centro es viejo.
Volvamos a su escritura, Kalvo, y en particular a “Silencio”. Además de imágenes mentales también son detallitos ya demasiado minuciosos, una chimba ¿Cuáles son los retos de escribir un tema como ese?
K: Esa canción la escribí cuando me operaron del hombro y me tocó quedarme sano tres meses ahí en la casa. Ese tema es re áspero. Estaba viviendo en un apartamento que tenía mucho silencio, sepulcral, era una mierda absurdamente callada, güevón. Y eso que era sobre la 24, pero quedaba muy al fondo. Y entonces en ese silencio yo escuchaba muchas cosas, y escuchaba a mi vecino todos los días toser a las 7.30 AM, se convirtió en mi puto despertador. El vecino violándose la garganta con el cepillo y tosiendo con ganas en ese lavamanos, como por cinco minutos, hasta que regurgitaba la campanilla. Era re fuerte. Todos los días. Y pedos, y chichí y todo lo que pasaba en los baños del segundo y tercer piso, se escuchaba en toda mi casa. Y viceversa, y yo soy un asco.
El silencio permitía que se escucharan esa clase de sonidos tan leves. Las cosas que no suelen tener tanto volumen suenan bastante fuertes: su espectro auditivo está disponible para frecuencias más bajas. Era muy incómodo, güevón. A mí me enloquecía porque me sentía escuchado. Era feo porque a pesar de que no había ninguna reacción por lo que escucharan, yo sabía que estaba siendo escuchado constantemente. Muy extraño. Fritar un huevo, discutir, hablar de cosas calientes con un amigo, o de negocios. Todo eso estaba siendo escuchado, procesado y analizado por gente que no me caía ni bien. Ese tema no es negativo, pero la experiencia sí generó una leve incomodidad. Al final a mí me valía huevo, pues me afectaba no tener privacidad, pero no me molestaba porque no podían hacer nada.
Y la clave para escribirlo está en los sinónimos. Hablar de “mis dientes desmoronándose” son tres palabras que generan una sensación en los dientes bien fuerte. Y hablo además de “saborear”, que normalmente es para algo rico o apetitoso, pero acá hablo de probar mis dientes mientras se destruyen. La elección de palabras para describir las cosas lo que hace que la gente se vaya re lejos. Entonces entre más palabras uno tenga para describir las cosas, más connotaciones va a haber. Las palabras existen en un contexto, y así cuando las utiliza jalan todo ese contexto que viene detrás. También importan las longitudes de las palabras, para que usted pueda jugar cómo se le de la gana o necesite. Transpiran las baldosas del baño, y yo me escurro como un trapo pa’ sacarme el jugo. Entonces “transpirar las baldosas del baño”, son palabras como suaves; y “me escurro como un trapo pa’ sacarme el jugo” ya suena mucho más fuerte.
No es un disco explícitamente político, pero en “Cómo y Cuánto” sí está todo eso que a ustedes les molesta y denuncian de cómo funciona la sociedad colombiana ¿Por qué les importa hablar de esos temas? ¿Cómo escribir de temas políticos manteniendo su lenguaje y su identidad? Porque a veces esos rapeos se ponen medio pesados si no se llevan bien.
MP: Con El Kalvo hablamos siempre de eso, en nuestras conversaciones sí hablamos mucho del tema. Pero por parte de cada uno hay una resistencia similar al rap político. Sí nos gusta mucho el mensaje entre líneas — que está a lo largo del disco — y ya el último tema sí es literal. Y no queremos llegar a eso en todo un disco, ese rap político tan literal, porque ahí no me siento tan identificado y El Kalvo tampoco.
K: Ese tema es un recorte de los dos. Es un recorte de un tema de Mr. Chabakán, que se llama “Lo Sabemos” y otro tema que sale en un disco aún más viejo que se llama “Miradas y Voces”, que es como del 2012 o 2013, con Aw Familia, y siempre me pareció que esa letra era muy poderosa pero no se difundió como debía haberse hecho. Uno rapea igual toda la puta vida. Si yo le muestro ahorita mi canción de “Fantasías” grabada en Animales sin Rostro, de 2006, es el mismo flow, las mismas estructuras de 5 barras, la misma mierda. Rapeo igual hace 15 años. Las mismas imágenes. No sé por qué estoy hablando de eso ahora…
MP: No, entonces estábamos reunidos y pensamos en hacer un tema político literal.
K: Ah, sí, estábamos hablando de “Lo Sabemos”. Ush, me fui re atrás. A lo que iba es que no importa si esas letras son viejas porque sigue pasando lo mismo, güevón. La misma situación política tan hijueputa. Han pasado 4 años y Siria sigue destruida, Israel expandido, estábamos jodidos y seguimos jodidos. No pasa nada. Entonces puedo usar mis letras a mi antojo, en las canciones que quiera y las veces que quiera, porque tienen vigencia y son mías.
MP: Fue como un cadáver exquisito. Reunimos todas las barras que tuvieran la misma línea conceptual y empezamos a rapearlas en desorden y cambiando las posiciones de los versos. A mí ya no me gusta rapear de eso así.
K: Sí, exacto. La literalidad es un visaje porque se presta para pocas interpretaciones. Y la vuelta es también que ser agresivo y ser odioso termina generando lo mismo. Ahorita no hay que echarle más madera al fuego, sino que hay que hacer que la gente cambie la manera de pensar y que no se raye con las cosas que no se debe rayar, y sí se enfoque frente a las cosas realmente importantes.
O sea, hacer una canción hablando de que los políticos son unos hijueputas o cualquier cosa que genere más violencia, o simplemente ser negativo — como este tema, aunque es sarcástico. Hay que meterle ironía, sarcasmo, humor: hay que ser inteligente para atacar al verdadero mal que nos atañe. Si uno se va a poner a hacer música para cambiar las conciencias pues no puede hacerla para la gente que piensa igual que uno. Si uno habla de otras cosas, pues mete por ahí par cosas que lo hagan pensar diferente. Como lo de “Champú”, por ejemplo. Hacer reflexionar un poquito sobre ciertas cosas, como uy, sí, esto está un poquito desmadrado. Pero no en contra de nada, no sé.
Pero definitivamente sí hay una preocupación en ustedes de hablar de esas cosas…
K: Toda. Ese es el objetivo: aportar una visión distinta, parar el desmadre. Pero a través de algo que sea divertido, interesante, que sea una experiencia. Que sea asqueroso, también. Rudo, sucio, limpio, enérgico. Que sea de todo. Pero no el ataque o la crítica típica pues en ese sentido, ese tipo de rap. Uno tiene que hablar es de uno.
MP: Porque que usted hable de eso no significa necesariamente que eso incida en ese tema. Me gusta que sea entretenimiento también, entretenimiento con contenido, como cuando uno ve a los comediantes. Tipo Dave Chapelle.
K: Esa es la gran referencia, los grandes comediantes son los actuales activistas más serios y que tienen la libertad más grande para decir lo que piensan. Me parece que un rapero debería adoptar un poco esa posición, a través de ciertos recursos literarios hablar de lo realmente importante. Yo no me pienso parar como un adalid de la moral, porque estoy lejos de serlo. Pero es que hay gente que ni siquiera es consciente de la mierda que está pasando. Entonces hacen unas cosas que es como ¡qué gonorrea! La xenofobia, por ejemplo. Esa mierda surge de una ignorancia muy hijueputa, güevón, a lo bien. Es pura ignorancia. Yo sé que está fuerte la situación y que los venezolanos se están portando re mal, es difícil no rayarse…
Como miles de colombianos en todo el mundo, incluso en Venezuela antes.
K: ¡Claro! ¡Exacto! Pero usted lo sabe porque tuvo la fortuna de salir a darse el bote. Si uno logra a través del rap hablar de esos temas y que los parceros venezolanos sepan que en los raperos tienen un aliado entonces, primero, que no jodan a los raperos y, segundo, que cuenten con nosotros. A quién no le gusta Canserbero, pero entonces ahora todos la mala con los venezolanos. Obvio es un problema grave, pero no es solo la gente que se vino. El problema es también Estados Unidos jodiendo a Venezuela, sin dejarlos recuperarse: los quieren quebrar hasta la más puta ruina. Un bloqueo el hijueputa. Hay que empezar por ahí, incluso antes de hablar con Maduro, que no puede mover la plata que hace Venezuela. Esa es nuestra misión también y no voy a hacer un tema contra la xenofobia pero hablaré de eso.
¿Cómo reciben este disco en este momento de sus carreras? Han estado tocando harto este año, entonces sí, ¿hacia dónde se dirige el barco?
MP: Es un momento coyuntural chimba para los dos, poder tocar y lanzar el disco en Hip Hop al Parque, culminar el proceso, porque sí habíamos estado un toque estresados. El Kalvo me decía gonorrea, ¿vamos a hacer un tema cada 4 meses o qué putas? Porque yo me demoro más en las cosas, y es un error tener todo guardado. Yo creo que pa’ los dos está bien, el disco es cerrar ese proceso y poder mirar hacia adelante. El Kalvo está preparando el material del man, yo estoy preparando el mío. Y vamos a seguir los dos cuando toque, con Atarbán, que es nuestra fusión.
K: O sea siempre. Este es como el inicio en serio, más formal, para cada uno. Yo el otro año saco un disco con 13 temas. Hay beats de Mismo Perro, de Hi-Kymon, de mi primo Deja Vu, de Zabaz, de Brain Bonaparte y de Hobbz, o sea, Nano Carulla. El Perro también se va a mandar mero disco. Este pirobo es re modesto, para lo que se viene y para lo que está haciendo y para cómo rapea. Y el último tema del disco también lo grabamos con una banda: hay trompeta, trombón, bajo. Todo ese combo está listo para accionar todos esos temas. Y terminar el año con Hip Hop al Parque está de perlas, era el objetivo de este año.
Escucha acá Atarbán, de El Kalvo y Mismo Perro.